domingo, 2 de septiembre de 2007

Las invasiones bárbaras

Aparecen por todos lados. Resulta prácticamente imposible no toparse con uno de ellos al encender el televisor. Podrán decirnos que es más que probable que en los canales dedicados al género, abunden los periodistas deportivos; pero les tenemos una mala noticia, ellos se filtran hasta en los programas de cocina.
No sólo no les alcanza con cubrir -y mal- los espectáculos deportivos, sino que luego conducen programas destinados a comentar cuestiones tácticas, que por supuesto desconocen, ya que la mayoría de ellos ni siquiera parece haberse esforzado por leer algún reglamento del deporte del que se reconocen como especialistas.
Para nuestra desgracia, ahora pretenden darle algún atisbo de seriedad a la función que cumplen y con la intención de auto postularse como “comunicadores sociales” se embarcan en la cursada de carreras terciarias de dudosa calidad académica, ya que sus fundadores son los mismos periodistas que inundan los medios.
Los nuevos egresados exhiben con orgullo su título, a pesar de sólo haber adquirido un mediocre compendio de datos, al que bien podrían haber accedido con tan solo leer las antiguas ediciones de “El Gráfico”. Pero no, ellos creen que por recitar de memoria la formación de la selección de Brasil del 70’ ó por conocer la cantidad de títulos internacionales que obtuvo Gimnasia y Esgrima de La Plata (?) ya están capacitados para convertirse en formadores de opinión.
Pero lo peor del caso es que hemos detectado que su incursión en el mundo deportivo es sólo el pretexto para cumplir su anhelo más profundo: convertirse en periodistas serios. Cuando eso suceda, y a este paso se puede advertir que eso siempre sucede, renegarán de su pasado e intentarán, a como de lugar, que olvidemos su ingreso bastardo en el universo mediático.


Periodistas Deportivos: A partir de este momento, sepan que desde algún lugar de Argentina, los estamos observando...

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